Decir que he vuelto encantada y que me hubiera gustado quedarme más días, la excusa de acompañar a mi hija y ayudarla a instalarse ha resultado estupenda, mas que nada porque solo tardamos una tarde y una mañana en hacerle todas las compras, y luego nos hemos limitado a hacerle una visita brevisima cada día. Nada mas llegar a Aarhus fuimos a nuestro hotel, situado en la playa y al principio de un bosque, como podeis ver, perfectamente integrado en el paisaje.

Después de pasarnos a recoger las llaves de la habitación en la universidad, nos dirigimos  a la residencia. Primera sorpresa, el tiempo cambia rapidamente, de tener un sol espléndido, a calarnos por un chaparrón.

Ver que le gustaba su habitación y hacer una lista de lo necesario. El verde no lo va a echar de menos, aunque las montañas sí.


Tarde de compras y al día siguiente domingo fuimos con ella a visitar Copenhague. El día amaneció lluvioso pero decidimos no cambiar de planes y acertamos, luego nos hizo un día espléndido, nos tocó pasar calor porque nos habíamos preparado para aguantar la lluvia. Nos impresionaron los puentes que ibamos cruzando, sobre todo el último. Josean disfrutó como un niño en la tienda de Lego. Y por supuesto nos recorrimos la ciudad andando para poder ver todo a gusto.






No voy a aburriros con todo lo que hemos visto que ha sido mucho, le hemos hecho al coche de alquiler la friolera de 1500 kms.









Esta última, Josean no se pudo resistir, en cuanto vió el color de la casa decidió que me tenía que hacer una foto a mi.

Contaros que hemos venido encantados, nos han llamado la atención muchas cosas, una de ellas por ejemplo, no hemos visto ni un control de velocidad por radar ni una patrulla en las carreteras pero tampoco hemos visto ningún accidente, ni a nadie saltándose las normas, vamos, igualito que aquí. Los carriles para bicicletas están presentes en todas partes,  tienen sus propios semaforos y los respetan rigurosamente, incluso hay unas bicicletas con un carrito añadido para llevar a los niños pequeños





Otra señal que llamó nuestra atención, la vimos en el exterior de un centro comercial.



Nos ha llamado la atención la gran cantidad de terrazas, preparadas con estufas y mantas, el pueblo danés se pasa el día en la calle, a partir de las 12 en cualquier sitio les ves almorzando y luego por la tarde lo mismo, a partir de las 6 les ves cenando en grupos, si hace frio se tapan con las mantitas, a nosotros nos hizo gracia la idea, pero os puedo asegurar que justo el último día nos costó encontrar mesa para cenar y al final me puse la mantita, yo también. A cualquier hora los aparcamientos para bicis están llenos, la última foto es de uno del mismo centro, al lado de un centro comercial.










Josean prometió que se iba a dar un baño y lo cumplió, eso sí el agua estaba helada y para que él diga eso tiene que estar fría de verdad.



Hemos paseado muchismo por pueblos, bosques y parques. Las fotos de arboles y flores las dejo para otro día.

Dos pegas, el idioma, en muchos sitios la carta está solo en danés y a veces alguno de los camareros chapurrea inglés, y te las puedes arreglar, pero lo normal es tener que mirar en varios sitios para encontrar uno en que te entiendan bien en inglés. Los universitarios sí que dominan bien los dos idiomas. La otra pega, los precios, está todo carísimo,  Un café con leche puede oscilar entre 35 o 49 coronas danesas según el tamaño, 4,7 -  6,6 €, el nivel de vida es muy alto, tienen un IVA del 25% pero el sueldo más bajo multiplica por 4 el salario mínimo de aqui.

Te encuentras jardines en cualquier esquina, incluso dentro del aeropuerto.

Josean se ha despedido haciendo fotos desde el avión.





Unos amaneceres preciosos, pero eso lo dejo para otro día.

Saludos, Loli