Impresionante, emocionante, una pasada, eso era lo que los aficionados comentaban al terminar de ver la obra de Jorge Campos. No dejó indiferente a nadie.

Tuve la suerte, de ver el montaje todavía en preparación, el jueves ya prometía mucho, mucho. Tuve claro que iba a ser una oportunidad única para disfrutar de otra visión del bonsái.



La idea de Jorge era montar un laberinto todo negro donde al recorrerlo te ibas encontrando con maderas muertas  y árboles de su colección, con una iluminación especial. Las maderas muertas tenían un único punto de luz y los árboles tres, todo ello con  música de fondo, no iba preparada para esto y no llevé trípode así que alguna foto y alguno de los vídeos están un poco movidos. El viernes cuando lo dio por terminado me invitó a disfrutarlo a solas para ver si me gustaba, el silencio en la sala era total y yo estuve inmersa  en ese laberinto oscuro sin nada que me perturbara el momento, cuando llegué al final  la emoción era tal que tenía los ojos húmedos, al borde de las lágrimas.

Al día siguiente ya con todo listo, decidí  hacer el recorrido de nuevo para poder hacer fotos. En la inauguración se advirtió al público que había que esperar un poco para que cada visitante pudiera disfrutarlo a solas.

Esta impresionante madera muerta presidiendo el recinto de la exposición normal anunciaba que lo que había en el laberinto era algo especial.











Sé que no es lo mismo, y os recomiendo que si alguna vez tenéis la oportunidad de disfrutar de algo así, no la desaprovechéis, son momentos únicos.

Un abrazo