El protagonista de hoy, hace año y medio que no ha pasado por el blog: el acebuche. No es que no me haya puesto con él, simplemente que no lo había publicado.

La última vez que lo visteis fue en junio de 2018, que lo trasplanté.

Os conté que la maceta me la había hecho José Antonio Guerao siguiendo las indicaciones que me dio David Quintana cuando lo llevé al taller en marzo de 2017. No acaba de convencerme, me parecía muy estrecha la maceta y que cogía demasiada altura, pero todos decían que estaba muy bien, así que así se quedó, de momento.

En verano de 2018, me fui poniendo a ratos con la madera que tampoco me entusiasmaba.




Aprovechando que puse el fondo para otras fotos le hice una en agosto de 2018.


Abono, sol y riego y en julio de 2019, volví a retomar la madera.



Mi plan de trabajo se vio interrumpido por la caída a mediados de julio, pero cada vez me convencía más.

Salir solo a regar y observar me hizo estar plenamente convencida de que le convenía cambiar de maceta, siempre he dicho que mis árboles me tienen que gustar a mi, y me sentía incómoda viéndolo en la actual. En otoño decidí hablar con Mª José, calculé medidas y le dije qué quería, ella como siempre  me entendió a la primera y en la Tantai recogí la maceta.



A finales de febrero, ya con el hombro muy mejorado, me puse con el trasplante, no hice fotos, me costó un montón sacarlo de la maceta y acabé con el hombro bastante dolorido.



Unos días después puse el fondo para hacerle fotos al romero, aproveché y le hice también al acebuche.


Un antes y después


Ahora lo veo más estable y me gusta más. Así se queda, de momento.


Un abrazo

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